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el periodico de saltillo

Marzo 2018

Edición No. 349


El Waterloo de AMLO

Manuel Padilla Muñoz.

En un amplio sector de simpatizantes de “ya sabes quien”, Andrés Manuel López Obrador, que encabeza las encuestas y preferencias para ganar la Presidencia de la República el próximo 1 de julio, cayó como balde de agua fría el anuncio hecho por el mismo candidato de rehabilitar el cascajo político entre los que destaca, principalmente, al líder de los mineros Napoleón Gómez Urrutia (“Napito” y la aún presa maestra y ex dirigente de los maestros Elba Esther Gordillo a través de sus familiares cercanos. Incluso, se dio a conocer, a “Napito” se le ubicó en el sexto lugar de candidatos plurinominales al Senado de la República por parte de la coalición encabezada por Morena.

Nadie se explica todavía si esas decisiones fueron producto personal del propio candidato o aconsejadas por algunos de sus cercanos colaboradores. Se consideran inauditas por varias razones.

Primero, porque ambos personajes pertenecen al grupo de impresentables que han sido procesados por delitos que merecen varios años de cárcel y dueños de personalidades tan desprestigiadas que nadie, entre los millones de simpatizantes de AMLO, consideran no solamente justo rehabilitarlos sino hasta consideraciones para ocupar cargos públicos.

Segundo, porque tanto “Napito” como Elba Esther, no pueden negar que pertenecieron o lo siguen siendo del grupo de la “mafia del poder” que tanto ha combatido el aspirante presidencial por haberle robado el triunfo a López Obrador cuando menos en la última elección.

En efecto, ese grupo, “la mafia del poder” existe todavía solamente que ahora son presidente de la República, secretarios del gabinete, ricos empresarios, gobernadores de algunos estados y hasta presidentes municipales así como legisladores.

Tercero, es indudable que, para hacer este anuncio, Andrés Manuel tuvo que tener una conversación con ambos negros personajes. ¿Acaso le prometieron que abandonarían “la mafia del poder”, que ya no delinquirían, que regresarían los miles de millones que robaron, que ahora serían buenos y se portarían bien a cambio de ser rehabilitados? ¿Acaso el candidatos será tan ingenuo para creerles?

Cuarto, es posible que “El Peje” haya acudido a las matemáticas. ¿Cuántos votos le aportarán ambos personajes? ¿Cuántos votos le restarán? ¿Asumirá el candidato ese déficit de que sea mayor el número de votos que le resten en la elección a los que posiblemente pudieran aportarle?

Quinto, ¿habrá considerado ya el candidato el peligro de dotar a Napoleón Gómez Urrutia de fuero constitucional si fuera senador de la República?

Sexto, el líder de los mineros “Napito” se robó 55 millones de dólares de un fideicomiso de los trabajadores mineros (si quiere saber cuánto dinero es en pesos mexicanos multiplíquelos por 20).

Elba Esther se enriqueció ilegalmente también con muchos millones de pesos de los maestros. Pero quizás lo anterior no es tan grave en comparación de que, como miembros de la “mafia del poder” donde se encuentran los verdaderos criminales, son responsables también de la muerte de miles de mexicanos que dejaron huérfanos a otros miles de jóvenes y estos crecerán con un odio exacerbado en contra de los que dieron muerte a sus padres y algún día tomarán venganza.

¿Cómo pensar siquiera en ofrecer perdón a quienes tanto daño han causado al pueblo mexicano? ¿es posible en estos caso aplicar el “borrón y cuenta nueva? ¿Tan siquiera es creíble? El pueblo de México puede muy bien argumentar “perdono pero no olvido”. Y es válido. Los mexicanos no podemos olvidar miles de crímenes por el crimen organizado y otorgarles graciosamente perdón como pretende Andrés Manuel. Primero tienen que pagar con cárcel sus fechorías y luego viene el perdón misericordioso. No puede ser al revés.

En la próxima elección, llamada por muchas personas la más importante del presente siglo, Andrés Manuel López Obrador no es un peligro; el peligro es que no gane Andrés Manuel porque muchos consideran que si le vuelven a robar la presidencia entonces sí habrá “chingadazos”. Y esta es una hipótesis a considerar, especialmente por los integrantes de “la mafia del poder” que no quieren abandonar el sistema antidemocrático instituido hace más de 60 años. Nadie puede negar que los mexicanos tenemos hambre de pan y de justicia social.

Resulta indudable que, después de 12 años de virtual campaña política, Andrés Manuel conoce los problemas sociales que padecemos, desde hace muchos años, los mexicanos. Su virtud es que esa problemática la plasmó en su libro “2018, la salida” ¿del PRI? que es el proyecto de nación que queremos y más, aporta soluciones lógicas a esos ancestrales problemas. Resulta lógico que cuando él sea presidente de la República.

Un político lagunero me dijo un día que una persona, la más ignorante, que sea alcalde, por ejemplo, si se rodea de colaboradores capaces, sería el mejor presidente municipal. Al contrario, el más sabio si tiene malos colaboradores, sería el peor. López Obrador es el único candidato, hasta ahora, que da a conocer los nombres de sus posibles colaboradores para que los votantes los sometan a su consideración. Para conocer al monstruo hay que vivir dentro del monstruo. AMLO conoce ya el hambre de pan del pueblo, su sed de justicia, el frío, la desesperación de no tener para comer al día siguiente y demás problemas de la vida diaria. Ya tiene una plataforma política y un proyecto de nación. Cuando menos merece el beneficio de la duda. Hasta ahora, los demás candidatos hablan de los problemas en general pero no dicen cómo, cuándo y con quién los van a resolver.

Esperemos, pues, que lo de Napoleón Gómez Urrutia, Elba Esther y los del crimen organizado, su rehabilitación y perdón, no sea el Waterloo de Andrés Manuel López Obrador.

 
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